viernes, 18 de marzo de 2011

Los hijos de Trasímaco

Los sofistas fueron personas muy reconocidas en la antigua Grecia. Se trataba de filósofos que, se decía, enseñaban su sabiduría a otros, aunque lo que hacían en realidad, era diseñar argumentaciones para aquellos que las necesitaran y que las pudieran pagar, aun falseando la realidad.
Bien sabido es, que para aquellos griegos, el participar de la política no era una cuestión de opción, era una obligación cívica y moral el ser parte de las discusiones en la Ágora, la plaza pública.
Se supone entonces que aquellos que deseaban, y podían pagar sus servicios, recurrían a estos filósofos para que les articularan alguna argumentación convincente, que pudiera ser expuesta sin temor a hacer papelones y con posibilidades ciertas de convencer.
Lo que se dice: unos mercenarios de la pluma.
Trasímaco fue uno de los más famosos sofistas. A partir de sus discusiones con Sócrates primero, y Platón después, aparece varias veces nombrado en el libro La República de este último. Allí sostiene sin sonrojarse que “la justicia es la conveniencia del más fuerte”. Es decir, dejaba librado al poder de turno el dictado de las normas y de las leyes, y concedía al poderoso, el dictar las reglas a su antojo, toda vez que con su poder (económico, militar, etc.) fundamentaba sus posiciones.
Si al poderoso le conviene, entonces es justo. Si va contra sus intereses (aun beneficiando el interés colectivo), entonces no lo es.
Como diríamos en la Argentina: “El que tiene plata hace lo que quiere.”
Existe hoy una discusión en nuestro país, a cerca del carácter de algunos reconocidos periodistas. Algunos, se sabe, adhieren desde siempre a cualquier política anti popular. Mariano Grondona, Joaquín Morales Solá, entre otros,  son los fieles seguidores de lo que fue Bernardo Neustadt. Otros, en cambio, parecen haber ido cambiando el color de su tinta (en más o en menos) en tanto el color de sus salarios, o de los favores recibidos, se tornara más verde: Ernesto Tenembaum, Jorge Lanata, Nelson Castro o Magdalena Ruiz Guiñazú, por citar solo a algunos. Lo cierto es que todos ellos, al igual que lo hiciera Trasímaco en el pasado, tergiversan la realidad según mejor les convenga a los intereses de quien les paga, e incluso, solapadamente, bregan por el poder del mas fuerte.
-“Y el mas débil ahora es a lo mejor el que parecía mas fuerte.”
-“Es Clarín.”
-“Si, si…”
El triunfo del FPV en las pasadas elecciones en Catamarca, parece haber tomado desprevenido a los dueños del poder en la Argentina. Tal vez herido por eso, Morales Sola, en su columna del día lunes en el diario La Nación, no solo reprendió a los opositores políticos a este gobierno por ser torpes a la hora de tomar decisiones, sino, que además, dejo en el aire una amenaza de lo que serán sus escritos (y los de todo el “periodismo independiente”) en los próximos meses: “ya se ha escrito mucho sobre la escasa vocación democrática del kirchnerismo. Habrá que seguir escribiendo sobre eso.”
Da la impresión, que el haber ganado la gobernación catamarqueña por parte del FPV, es parte de una “falta de vocación democrática”, a juzgar por los dichos del escritor tucumano, sospechado de haber visitado campos de concentración (con secuestrados incluidos) durante la última dictadura.
Resulta preocupante entonces que el participar y triunfar en un acto eleccionario sea considerado por el como una falta de “vocación democrática”. Valdría entonces preguntarse cual es el tipo de democracia que reivindica Morales Solá y que comprende el por justicia, ya que, se supone, la justicia es parte fundamental de la democracia, toda vez que sin justicia no habría igualdad, y sin igualdad no habría democracia. Y esto dicho más allá del funcionamiento factico del tal sistema.
Da la impresión que el otrora periodista del diario “La Gaceta” de Tucumán, entiende como justicia la fuerza del poderoso. Ayer, visitando “La Escuelita de Famaillá”, uno de los campos de exterminio de aquella provincia en épocas en que el poder era ostentado por un grupo de militares facciosos, y hoy, por el Grupo Clarín, quien desconoce una y otra vez las sentencias de la justicia contra su accionar mafioso. Tal vez también entienda como justo el que uno de los directivos de Clarín, José Aranda, quiera inundar media provincia de Corrientes para beneficiar sus plantaciones de arroz. O que Héctor Magnetto haya amenazado personalmente a Lidia Papaleo con la intención de quedarse con Papel Prensa. Total, si ellos tienen plata.
Y el que tiene plata hace lo que quiere.
Lo mismo sucede con los otros periodistas citados. No escapan a la lógica sofista.
Todos dicen ser “periodistas independientes”, todos dicen abrazar a la justicia, todos tienen cuentas pendientes con este gobierno al que consideran al margen de la ley, pero todos ellos trabajan ligados de una u otra manera para grupos que “saltean” las decisiones judiciales de la justicia plebeya.
La ética periodística es un marco normativo donde conviven principios tales como la moral, la objetividad, la honorabilidad, la veracidad, la justicia, la responsabilidad social. Este conjunto de virtudes son las que deberían regir las actividades laborales de estos hijos modernos de Trasímaco, pero parece ser que estos fines son demasiado altos para quienes hace rato vendieron servilmente su pluma al postor mas poderoso.
El que cree que la justicia es su conveniencia.


Un periodista debe ser un hombre abierto a otros hombres, a otras razones y a otras culturas, tolerante y humanitario. No debería haber sitio en los medios para las personas que los utilizan para sembrar el odio y la hostilidad y para hacer propaganda. El problema de nuestra profesión es más bien ético” Ernesto Villanueva, periodista.

Enrique “Gallego” Cal

No hay comentarios:

Publicar un comentario