domingo, 17 de abril de 2011

Cerca de la Revolución

Hace algunos días que vengo pensando en que será de la vida de Jorge Altamira y el PO. Y aunque suene mala leche creo que les ha sucedido lo peor que podía pasarles: la causa de Mariano Ferreyra avanza.
Lo sorprendente es que la grey revolucionaria no se haya manifestado por estos días en favor de la inclusión de Paka-Paka a la grilla televisiva. Tampoco se los vio escrachando a los hacendados por el trabajo esclavo en la Argentina. No tengo noticias de manifestación alguna en la embajada yanqui por el avión cargado de suvenires clandestinos que traían. Tal vez no sean esas acciones propias de quienes se preparan para continuar la lucha del Che.
En fin, debo ser yo que a veces me pongo demasiado hincha pelotas.
Pero estoy leyendo el libro "El Flaco, diálogos irreverentes con Néstor Kirchner", y leí algo de José Pablo Feinmann que no puedo dejar pasar y que me gustaría compartir con quien quiera leerlo.
En un momento, recuerda el episodio del almuerzo de Néstor y Cristina con la diva de los almuerzos y la famosa frase "se viene el zurdaje", y continua:
“Para la derecha, el gobierno de Kirchner es el “zurdaje”. Para el “zurdaje” es apenas otro experimento nacional-burgués-populista que, aliado a la alta burguesía y a las burocracias sindicales, pretende mantener el modelo capitalista sometido al imperialismo. Uno de los que conducen a los pibes que vocean este dislate y hasta arriesgan su vida por él es un tipo que se llama Jorge Altamira. Un curioso revolucionario. Un revolucionario jodón. En pleno menemismo, en plena fiesta impune, en plena joda farandulezca, la vedette Moria Casán, que se confesó después admiradora de Videla, algo que se podía mas que sospechar desde hacia largo tiempo, inauguró un programa de tele: “A la cama con Moria”. Fueron todos los políticos del país. Algunos como Carlos Auyero, no. Carlos Auyero sabía muy bien quien era quien. Además, su estilo sobrio, y, desde luego, su inteligencia le hacía detectar que el jueguito propuesto por la vedette era parte de la ética y la estética del menemismo. Pero no falto nadie del inconmensurable boludaje político de los noventa. Y ahí estuvo Altamira. El punto álgido del programa era meterse en una cama con Moria, en la cama de Moria, los dos vestidos, pero haciéndose los piolas, los picaros, y jugar el juego de la doble intención. Bravo, Altamira. Ni Marx, ni Trotsky, ni Lenin se hubieran perdido una joda así. Imaginate, ¡a la cama con ese pedazo de mina! A partir de ese día a Altamira lo bautizaron Altamoria. Altamoria es el que dice que el gobierno de Cristina Fernández es un engendro sindical-burgués y se acerca a Duhalde y a la Pando que nos van a dar, que duda cabe, un gobierno socialdemócrata, y, si Altamoria logra imponer sus criterios, socialista nomas, sin vueltas. Mientras tanto, los pibes de este activista meten el cuerpo, arriesgan la vida, y siempre piensan que la revolución (por creer vivir incesantemente en medio de situaciones prerrevolucionarias) está a la vuelta de la esquina. La historia de siempre. La historia de la falta de sutileza política de la llamada izquierda argentina, su elemental, constitutiva tosquedad. Todos son iguales porque ninguno se propone derrocar al imperialismo. ¿Por qué? Porque todos son la burguesía. El 7 de mayo de 2003, Luis Zamora dice que es lo mismo votar a Kirchner o Menem. ¿O acaso alguno de ellos se propone hacer la reforma agraria? En el pasado, el ideologismo extremo los llevó a opciones trágicas para todos, para ellos y para los que recibieron las represalias de los militares. Cuando los militares dieron el golpe del ´76, el Robi Santucho lanzó una Proclama que decía: “¡Argentinos a las armas!”. El ataque a Monte Chingolo aceleró el golpe de Videla y le tendió una alfombra roja hacia el horror. Santucho no tenia la menor idea de nada. Estaba infiltrado hasta en los bolsillos del pantalón. Se habría la bragueta para hacer pipí y, en lugar de su pirulín, aparecia un tipo de la SIDE con un walkie-talkie: “Por ahora no abran fuego, el Robi está meando”. Como sea, el Robi Santucho –a pesar del cambio de los tiempos- no habría ido a la cama con Moria. Era un pésimo estratega, un estratega delirante, pero ponía el cuerpo y tenia una moral. Lo mataron aquí luego de una implacable –aunque atrozmente tardía- autocritica que supo hacer. Firmenich en México. Vestido de milico. En medio de estos tipos, los que quieren hacer política, los que rechazan los fierros, tienen que moverse con gran sabiduría. Lo peor que puede pasar es la violencia. El descontrol que se busca con los motines, con los escándalos. Altamoria tiene a sus pibes a un paso de los fierros o a un paso de justificar los fierros de los otros, algo que ya ocurrió: el pibe Ferreyra. Ese cadáver es tuyo, Altamoria. Hacete cargo. Y punto.”

José Pablo Feinmann. Del libro “El Flaco, diálogos irreverentes con Néstor Kirchner”

miércoles, 6 de abril de 2011

Que pasa, que pasa, que pasa General?

Lo que algunos, muchos, llaman el proyecto nacional y popular, no es un invento moderno. Claramente no es de este siglo, tampoco del pasado, es incluso previo a nuestro nacimiento como país.
Tal vez para rastrearlo en la historia sea necesario remontarse al pensamiento de Túpac, o quien sabe a los pueblos originarios que enfrentaron a los conquistadores españoles. Pero algo es seguro, existe una comunión de pensamiento entre aquellos despreciativamente llamados “jacobinos” en 1810, de los federales de mediados del siglo XIX, los peronistas de la segunda mitad del siglo XX y los kirchneristas de hoy. Porque de alguna manera no son, perdón, no somos ni kirchneristas, ni peronistas, ni federales ni jacobinos. Somos la expresión política de una tierra americana morena, independiente, maltratada, sublevada, castigada, heroica, golpeada, renacida, irreverente.
Irreverente.
Esta en nuestro ADN, algún sabio que nunca logró entendernos nos llamo incorregibles. Y no esta mal. Es mas, nos llena de orgullo que tanta traición no nos haya podido corregir. Y si, somos todo eso, animales bípedos, cabecitas negras, negros de mierda, y lo peor, y esto dicho a modo de advertencia, y quien quiera oír que oiga, orgullosos de serlo.
El acto del día 6 de abril, en la Plaza de la Intendencia de Córdoba, donde la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró una serie de obras en la provincia vía teleconferencia, no pasará a la historia como un hito en la historia política provincial, apenas será recordado tristemente por algunos pocos memoriosos. Pero será recordado.
Desde hace algún tiempo, no son pocos aquellos, los que dicen saber el trasfondo de “la cosa”, que el gobierno nacional tiene todo arreglado para que De la Sota sea quien lleve adelante la bandera del proyecto nacional, una bandera que le es ajena, y que de ser así, no tardará en ser arriada y entregada a los enemigos de Túpac por el mismo “abanderado”.
La aparición en escena de Néstor Kirchner, sabemos, fue casi un hecho fortuito e inesperado, que no despertaba casi ningún tipo de esperanzas para los sectores populares del país. Es mas, su irrupción de la mano de Eduardo Duhalde no era un signo esperanzador. Pero el Flaco se ganó el cariño de todos nosotros, porque a fuerza de ejemplos, a fuerza de ética y de moral política, a fuerza de señales claras, clarísimas, nos mostró un camino, que ya conocíamos, pero que habíamos dejado de transitar a falta de un guía que nos condujera firmemente. Pero el Flaco lo hizo, y los que ya lo conocíamos, nos sentimos felices, y los jóvenes nacidos y crecidos durante la dictadura y durante la larga noche neoliberal, hartos de las viejas mentiras de vivos arrimados a los partidos populares en busca de engordar sus cuentas bancarias, se ilusionaron, se enamoraron. Y la pérdida de Néstor fue una clara muestra de ello, y por eso “Nunca menos”, sencillamente porque muchos, ya no estamos dispuestos a menos de lo que recordamos, de lo que aprendimos, de lo que abrazamos.
El acto del 6 de abril, decía, pasara al olvido rápidamente para la mayoría, pero no para todos. Desde días antes corrían mensajes alertando a aquellos que no están dispuestos a digerir fácilmente la candidatura de un neoliberal en la boleta de NUESTRO proyecto nacional y popular, que no se iba a tolerar la disidencia política en el acto, que no se permitiría silbar a los representantes de los ajustes y los palos, a los gerentes del hambre popular, a los directivos de la resignación. Incluso organizaciones que bastardamente llevan en sus nombres, el nombre o el apellido de alguna heroína o de algún leal a las causas populares, aun ellos, cobarde y arteramente, y hasta tal vez sin sonrojarse, explicitaron que no se aceptaría otra cosa que el disciplinamiento político. No estaban dispuestos a tolerar nuevamente los silbidos de la Renault.
Aun así, el gobernador Schiaretti fue blanco de algunos silbidos y abucheos. Es que algunos no estamos dispuestos a perdonar su pasado rastrero y traidor. Algunos no nos olvidamos, que en el peor momento de este gobierno, cuando la estabilidad de Cristina pendía de un hilo, durante la 125, el y su socio De la Sota, cobardemente escondido en la ciudad de Laboulaye, lejos de lo que podía ser la reprobación popular, ellos apoyaron al “campo”, que tiene quedar claro de una vez por todas, ese campo no es el emergente de los pueblos originarios, del criollo, del animal bípedo, del Chacho Peñaloza. Ese “campo” de las 4 x 4 que Schiaretti y De la Sota corrieron a apoyar, es el resultado de Julio A. Roca y de Martínez de Hoz.
Y por eso mismo, estamos en las antípodas. Porque somos los herederos de Túpac y somos los verdaderos herederos de Evita, y de Campora, y de Cooke y de tantos mas.
Porque somos irreverentes, y porque somos jacobinos, y animales bípedos y negros de mierda.
Y porque no olvidamos ni perdonamos.
Y porque nunca menos.
Que pasa, que pasa, que pasa General?

Enrique "Gallego" Cal

martes, 29 de marzo de 2011

El pais de la libertad

Definir exactamente el contenido de la palabra libertad, parece una empresa bastante compleja.
Desde los comienzos de las civilizaciones, la libertad esta intrínsecamente ligada a la justicia. Un pueblo no era libre si la justicia no garantizaba eso, y aun en aquellos pueblos que detentaban esclavos, clases o castas, estos status eran observados y fundamentados  por la justicia.
La historia oficial argentina sostiene que nuestra libertad comenzó allá por el año 1810, se robusteció en 1813, se plasmó en 1816 y se terminó de consagrar en 1853, y que, a excepción de las dictaduras populistas de Rosas, Perón y de Néstor y Cristina Kirchner, siempre fuimos un país libre, rebosante de justicia y estrictamente custodio de los derechos de los ciudadanos.
Fueron libres los animales bípedos que Sarmiento le sugería a Mitre que forzara a pelear la guerra del Paraguay. También lo fueron quienes eligieron libremente morir durante la Revolución del Parque. Los que en la Patagonia trágica morían libremente a manos de las tropas comandadas por Varela, por ejercer su libre derecho a huelga. Quienes fueron bombardeados en Plaza de Mayo en 1955 y quienes fueron fusilados un año después, también optaron libremente por morir.
Los fusilados en Trelew y Margarita Belén, los 30 mil desaparecidos, los más de treinta asesinados durante  la caída de De la Rúa y Kosteki y Santillán, asesinados por “la mejor policía del mundo” de Duhalde, durante el gobierno del mismo Duhalde, todos ellos hicieron uso de su libre derecho a morir.
Así, desde nuestro nacimiento como país, hemos gozado de todas estas libertades, que sumadas a otras complementarias, han hecho grande a nuestra nación, a saber: libertad de empresa, libertad de cambio, libertad financiera, libertad para asumir las deudas privadas de nuestros empresarios, libertad para privatizar cuanta empresa del estado se nos haya ocurrido, libertad para aplicar ajuste tras ajuste y todo ello regado por una canónica libertad de prensa que contribuyó a garantizar el éxito de todas estas libertades.
Pero lamentablemente, la llegada del populismo al poder en el año 2003, intenta poner en riesgo nuestros mas sagrados principios, y parece no entender  que las libertades tienen rangos, y que la libertad de prensa está por encima de todo, hasta de la misma Constitución Nacional, que solo nació para garantizar los derechos antes detallados.
Porque esta claro que no es lo mismo la sagrada libertad de prensa, y el derecho a circulación del diario Clarín, que los derechos sindicales que pretenden arrogarse unos animales bípedos modernos, que salvajemente cortaron por unas cuantas horas la salida de los camiones con la biblia diaria de Giudici, Carrió, Pinedo, Gil Lavedra y Pino Solanas. Y en definitiva el Grupo esta en su libre derecho de acceder a poner en la grilla televisiva lo que quiera, y elige libremente si pone a Telesur o a Paka Paka. Y Cablevisión dejar de funcionar si quiere, para eso es la libertad. Y los hijos de Noble se sacan sangre si quieren, para eso son libres de ser apropiados y de elegir libremente a sus apropiadores.
Y por eso una ministra deberá comparecer ante el Congreso, para dar explicaciones de por que no reprimió libremente a los salvajes que se interpusieron a la circulación de nuestro cuerpo y alma en forma de papel (Prensa) y tinta.
Y deberá darle explicaciones a Orsolini, quien durante cuatro meses ejerció su libre derecho a cortar rutas y a desabastecer pueblos y ciudades. Y deberá agachar la cabeza ante Patricia Bullrich, quien libremente le recorto a los jubilados y pensionados el 13% de sus haberes para garantizar la libertad bancaria. Y deberá explicarle a los representantes del PRO el porqué no reprimió a esos holgazanes, como ellos lo hacen libremente por intermedio de la UCEP en la ciudad de Buenos Aires. Deberá también darles explicaciones a los diputados radicales, quienes en sus dos últimos mandatos escaparon libremente por las azoteas huyendo de los representantes del peronismo federal, quienes libremente organizaron libres saqueos y libres desestabilizaciones para derrocar a los radicales libres.
Los populistas deberán entender de una vez y para siempre que hay libertades y libertades, y que no es lo mismo la chusma piquetera y cegetista cortando una avenida o un portón por una cuantas horas, que las señoras bien blandiendo sus looks Cardón, sus Hilux cero kilometro, apoyadas por los representantes del Grupo A y bendecidas por el Grupo Clarín.
Hay libertades y libertades, che.
Y al fin y al cabo, Argentina siempre fue el país de la libertad.

Enrique “Gallego” Cal

miércoles, 23 de marzo de 2011

24 de marzo de 1976 - 24 de marzo de 2011

Quisiera que me recuerden.
De Joaquin Areta

Quisiera que me recuerden sin llorar ni lamentarme quisiera que me recuerden por haber hecho caminos... por haber marcado un rumbo porque emocioné su alma porque se sintieron queridos, protegidos y ayudados porque interpreté sus ansias porque canalicé su amor. Quisiera que me recuerden junto a la risa de los felicesl a seguridad de los justos el sufrimiento de los humildes. Quisiera que me recuerden con piedad por mis errores con comprensión por mis debilidades con cariño por mis virtudes,si no es así, prefiero el olvido, que será el más duro castigo por no cumplir mi deber de hombre.

domingo, 20 de marzo de 2011

No bombardeen Buenos Aires

El caso de Libia es uno más de una larga lista de gobiernos que respetan poco los DDHH. Sobre todo en esa región del mundo, donde la libre interpretación del Corán, le permite a algunos llevar a cabo todo tipo de guerra santa o purificadora de almas y espíritus.
Cada vez que un sector del pueblo, clan o etnia dominada, intenta romper las cadenas de la dominación, entra en juego la invocación sagrada y el llamado a aplastar dicho manojo de blasfemias.
Libia no es el único país de la región con revueltas populares. Es uno más.
Estos reclamos se vienen sucediendo desde hace un tiempo, cuando el pueblo egipcio salió a la calle a reclamar el fin del régimen de Mubarak. En la misma sintonía se encuentran hoy los pueblos de Bahréin y Yemen, por citar algunos.
En todos los casos el Departamento de Estado norteamericano ha pedido calma a los pueblos y ha negociado con esos gobiernos el “alivianar” la presión sobre sus ciudadanos, y solo en el caso de Egipto, cuando la intransigencia del pueblo en las calles  y plazas dejo en claro que no habría solución posible con Mubarak, solo allí, el equipo liderado por Hillary Clinton le “recomendó” al dictador su salida.
Sucede que todos esos países son “socios” (entiéndase serviles por socios, un eufemismo utilizado muy a menudo por los estadounidenses para definir a sus países esclavos) de EEUU, y el hacer algo para provocar las salidas de esos gobiernos les puede costar su relación “amistosa”. Y mucho peor puede ser la amenaza de la asunción de un gobierno de corte islamista y anti norteamericano.
Y se sabe que desde Roosevelt para acá, el presidente de un país subdesarrollado puede ser cualquier cosa, pero si “es nuestro hijo de puta”, no hay discusión ética o moral que valga. El tipo se queda en su lugar.
No es este el caso de Libia, por supuesto. Kadafi, Gadafi o como se llame, es un sujeto complejo. Y sin intención de entrar a definir a quien en distintos momentos de la historia se ha asociado con dios y con el diablo, lo cierto es que el sujeto no es una persona bien vista por el New York Times. Y no es por ser malo el que sea mal visto.
Videla, Pinochet, Stroessner, Somoza, Batista y hasta el mismísimo Sadam Husein en algún momento, cuando el peligro en oriente lo constituía Jomeini, eran tipos muy macanudos para el poder norteamericano, invitados a cuanto coctel se sirviera en la Casa Blanca.
Kadafi no es más ni menos que cualquiera de los nombrados. Sucede que Gadafi es díscolo, complicado y la civilización no puede confiar en el. No es ni mejor ni peor que los otros asesinos complacientes con Washington, sucede que este no es complaciente con Washington. Pero además tiene petróleo, y tiene mucho, y su país es uno de los principales productores mundiales, entonces la santa curia apostada en Wall Street no le perdona el que mate a su pueblo. Se conduele con los asesinatos perpetrados por este tirano y le exige al gobierno de los United States of America que actue en salvaguarda del petróleo, perdón, de las vidas de esos sujetos con turbante que no se les entiende bien lo que dicen, pero que importa, al fin y al cabo tienen petróleo.
Y ya se sabe, no es lo mismo el sufrimiento del pueblo libio que tiene petróleo, que el sufrimiento del pueblo hondureño, que tiene una selva de mierda toda llena de mosquitos.
Así las cosas, EEUU y sus socios: Francia, del que el pueblo argelino guarda un grato recuerdo, e Inglaterra, siempre presente en las plegarias de los irlandeses, han salido a rociar con bombas el suelo libio, siempre cuidadosos de que no afecten al pueblo libio, que sabe debe mantenerse alejado de ellas para no engrosar la gigantesca lista de daños colaterales, y esas bombas y misiles solo dejaran de caer cuando renuncie Gadafi o, al menos, cuando aparezcan las armas de destrucción masiva que Sadam tiene escondidas vaya a saber donde.
Así es la barbarie. Tiranos inescrupulosos que asesinan a sus pueblos.
Y así somos nosotros, la civilización occidental. Porque ojo, nosotros somos parte de la civilización occidental, a no mirar para otro lado que ya alguna vez fuimos con fragatas al Golfo.
Y seremos civilización occidental hasta que se acabe el petróleo, por lo menos.
Y seremos civilización hasta que en el mundo comience a escasear el agua y los alimentos.
Y allí dejaremos de ser civilización, y volveremos a ser barbarie, igualitos a Felipe Varela o al Chacho Peñaloza.
Y hasta tal vez nos imaginen con turbantes, como los sucios árabes de hoy.
Y como los habitantes de Trípoli, tendremos que esquivar las bombas.
Y nos esconderemos en el primer hoyo que encontremos, y mirando al cielo cantaremos todos tomados de la mano.
“No bombardeen Buenos Aires.”

Enrique “Gallego” Cal

viernes, 18 de marzo de 2011

Los hijos de Trasímaco

Los sofistas fueron personas muy reconocidas en la antigua Grecia. Se trataba de filósofos que, se decía, enseñaban su sabiduría a otros, aunque lo que hacían en realidad, era diseñar argumentaciones para aquellos que las necesitaran y que las pudieran pagar, aun falseando la realidad.
Bien sabido es, que para aquellos griegos, el participar de la política no era una cuestión de opción, era una obligación cívica y moral el ser parte de las discusiones en la Ágora, la plaza pública.
Se supone entonces que aquellos que deseaban, y podían pagar sus servicios, recurrían a estos filósofos para que les articularan alguna argumentación convincente, que pudiera ser expuesta sin temor a hacer papelones y con posibilidades ciertas de convencer.
Lo que se dice: unos mercenarios de la pluma.
Trasímaco fue uno de los más famosos sofistas. A partir de sus discusiones con Sócrates primero, y Platón después, aparece varias veces nombrado en el libro La República de este último. Allí sostiene sin sonrojarse que “la justicia es la conveniencia del más fuerte”. Es decir, dejaba librado al poder de turno el dictado de las normas y de las leyes, y concedía al poderoso, el dictar las reglas a su antojo, toda vez que con su poder (económico, militar, etc.) fundamentaba sus posiciones.
Si al poderoso le conviene, entonces es justo. Si va contra sus intereses (aun beneficiando el interés colectivo), entonces no lo es.
Como diríamos en la Argentina: “El que tiene plata hace lo que quiere.”
Existe hoy una discusión en nuestro país, a cerca del carácter de algunos reconocidos periodistas. Algunos, se sabe, adhieren desde siempre a cualquier política anti popular. Mariano Grondona, Joaquín Morales Solá, entre otros,  son los fieles seguidores de lo que fue Bernardo Neustadt. Otros, en cambio, parecen haber ido cambiando el color de su tinta (en más o en menos) en tanto el color de sus salarios, o de los favores recibidos, se tornara más verde: Ernesto Tenembaum, Jorge Lanata, Nelson Castro o Magdalena Ruiz Guiñazú, por citar solo a algunos. Lo cierto es que todos ellos, al igual que lo hiciera Trasímaco en el pasado, tergiversan la realidad según mejor les convenga a los intereses de quien les paga, e incluso, solapadamente, bregan por el poder del mas fuerte.
-“Y el mas débil ahora es a lo mejor el que parecía mas fuerte.”
-“Es Clarín.”
-“Si, si…”
El triunfo del FPV en las pasadas elecciones en Catamarca, parece haber tomado desprevenido a los dueños del poder en la Argentina. Tal vez herido por eso, Morales Sola, en su columna del día lunes en el diario La Nación, no solo reprendió a los opositores políticos a este gobierno por ser torpes a la hora de tomar decisiones, sino, que además, dejo en el aire una amenaza de lo que serán sus escritos (y los de todo el “periodismo independiente”) en los próximos meses: “ya se ha escrito mucho sobre la escasa vocación democrática del kirchnerismo. Habrá que seguir escribiendo sobre eso.”
Da la impresión, que el haber ganado la gobernación catamarqueña por parte del FPV, es parte de una “falta de vocación democrática”, a juzgar por los dichos del escritor tucumano, sospechado de haber visitado campos de concentración (con secuestrados incluidos) durante la última dictadura.
Resulta preocupante entonces que el participar y triunfar en un acto eleccionario sea considerado por el como una falta de “vocación democrática”. Valdría entonces preguntarse cual es el tipo de democracia que reivindica Morales Solá y que comprende el por justicia, ya que, se supone, la justicia es parte fundamental de la democracia, toda vez que sin justicia no habría igualdad, y sin igualdad no habría democracia. Y esto dicho más allá del funcionamiento factico del tal sistema.
Da la impresión que el otrora periodista del diario “La Gaceta” de Tucumán, entiende como justicia la fuerza del poderoso. Ayer, visitando “La Escuelita de Famaillá”, uno de los campos de exterminio de aquella provincia en épocas en que el poder era ostentado por un grupo de militares facciosos, y hoy, por el Grupo Clarín, quien desconoce una y otra vez las sentencias de la justicia contra su accionar mafioso. Tal vez también entienda como justo el que uno de los directivos de Clarín, José Aranda, quiera inundar media provincia de Corrientes para beneficiar sus plantaciones de arroz. O que Héctor Magnetto haya amenazado personalmente a Lidia Papaleo con la intención de quedarse con Papel Prensa. Total, si ellos tienen plata.
Y el que tiene plata hace lo que quiere.
Lo mismo sucede con los otros periodistas citados. No escapan a la lógica sofista.
Todos dicen ser “periodistas independientes”, todos dicen abrazar a la justicia, todos tienen cuentas pendientes con este gobierno al que consideran al margen de la ley, pero todos ellos trabajan ligados de una u otra manera para grupos que “saltean” las decisiones judiciales de la justicia plebeya.
La ética periodística es un marco normativo donde conviven principios tales como la moral, la objetividad, la honorabilidad, la veracidad, la justicia, la responsabilidad social. Este conjunto de virtudes son las que deberían regir las actividades laborales de estos hijos modernos de Trasímaco, pero parece ser que estos fines son demasiado altos para quienes hace rato vendieron servilmente su pluma al postor mas poderoso.
El que cree que la justicia es su conveniencia.


Un periodista debe ser un hombre abierto a otros hombres, a otras razones y a otras culturas, tolerante y humanitario. No debería haber sitio en los medios para las personas que los utilizan para sembrar el odio y la hostilidad y para hacer propaganda. El problema de nuestra profesión es más bien ético” Ernesto Villanueva, periodista.

Enrique “Gallego” Cal

martes, 15 de marzo de 2011

La Actual Juventud Argentina

La Presidenta CFK y la juventud en Huracan
Todas las instituciones pertenecientes a una sociedad responden a variables de explotación de una clase sobre la otra y por tanto al sistema de relaciones sociales que surge de tales condiciones materiales.

La represión sexual, como el dispositivo que posibilita la sumisión de una clase a las condiciones que se le imponen y como generador del miedo, recorre transversalmente el accionar de todas las instituciones. En tanto más irracionales son las relaciones de producción, más violentos son los mecanismos que necesitan las clases explotadoras para mantenerse en esa situación.
Cuando ciertos factores accionan sobre la estructura de poder de manera que la desestabilizan y los dispositivos convencionales utilizados para mantener el estatus quo no logran su cometido, se activan refuerzos cada vez más perversos para lograrlo. Las fogatas de libros prohibidos (y de sus dueños) son algo asiduo en la historia universal. El incendio de la biblioteca de Alejandría, con su bibliotecaria dentro, quizá sea el caso más conocido, pero no el único. En Argentina el ultimo refuerzo fue hace, tan solo, 36 años y todavía hay olor a quemado.

Las verdaderas consecuencias  de los hechos históricos no se muestran, sino, cuando las condiciones que estos generaron accionan estructurando la idiosincrasia de las generaciones venideras. Los 30.000 desaparecidos, el exilio de los mejores músicos, científicos, docentes y estudiantes, la quema de libros, y la destrucción sistemática de cualquier tipo participación civil reduce la población a una masa atemorizada de genuflexos, cómplices y participes en la masacre –por acción o por omisión- que educan a sus hijos en el “no te metas”, en el “por algo será”, en el “hace la tuya”. Amén.

Ya terminada la guerra comienzan los tiempos de “paz”, y aquella rancia estirpe de asesinos se mantienen en la sombra, atornillada a las estructuras burocráticas de los ministerios y de las instituciones educativas con diversos disfraces según lo amerite la época. Se mantienen tranquilos porque saben que hicieron un buen trabajo; que el hambre silencioso de los niños es suficiente para diezmar a las masas de mendigantes harapientos; han aprendido que el hambre no es violencia, pero que sí es violencia tratar de salvarlos.

Así, la juventud argentina carga sobre sus hombros los muertos de un genocidio del que no fue participe, pero del que sufre todas las consecuencias. Cada vez que la participación civil se hace presente en la vida de algún joven argentino, éste siente los aviones de la muerte sobrevolando el Río de la Plata, el olor a carne quemada que sale de los cuarteles, las balas de los fusiles que se estrellan contra un paredón. Siente el escalofrió de la muerte que le recorre cada vértebra de su columna.
 
La actual juventud argentina fue secuestrada, torturada y muerta junto a sus compañeros en el 76´, y así se mantuvo hasta que el pasado se hizo presente,  hasta que el peso de la memoria cayó sobre los genocidas, hasta que los cuadros se descolgaron, hasta que las madres se ataron los pañuelos, hasta que los hijos aparecieron, hasta que El Silencio se escucho, hasta que la historia nos parió muertos sobre nuestra propia tumba.

Por Facundo Gribaudo.
Estudiante de Sociologia UNVM
Militante de la JPK