domingo, 17 de abril de 2011

Cerca de la Revolución

Hace algunos días que vengo pensando en que será de la vida de Jorge Altamira y el PO. Y aunque suene mala leche creo que les ha sucedido lo peor que podía pasarles: la causa de Mariano Ferreyra avanza.
Lo sorprendente es que la grey revolucionaria no se haya manifestado por estos días en favor de la inclusión de Paka-Paka a la grilla televisiva. Tampoco se los vio escrachando a los hacendados por el trabajo esclavo en la Argentina. No tengo noticias de manifestación alguna en la embajada yanqui por el avión cargado de suvenires clandestinos que traían. Tal vez no sean esas acciones propias de quienes se preparan para continuar la lucha del Che.
En fin, debo ser yo que a veces me pongo demasiado hincha pelotas.
Pero estoy leyendo el libro "El Flaco, diálogos irreverentes con Néstor Kirchner", y leí algo de José Pablo Feinmann que no puedo dejar pasar y que me gustaría compartir con quien quiera leerlo.
En un momento, recuerda el episodio del almuerzo de Néstor y Cristina con la diva de los almuerzos y la famosa frase "se viene el zurdaje", y continua:
“Para la derecha, el gobierno de Kirchner es el “zurdaje”. Para el “zurdaje” es apenas otro experimento nacional-burgués-populista que, aliado a la alta burguesía y a las burocracias sindicales, pretende mantener el modelo capitalista sometido al imperialismo. Uno de los que conducen a los pibes que vocean este dislate y hasta arriesgan su vida por él es un tipo que se llama Jorge Altamira. Un curioso revolucionario. Un revolucionario jodón. En pleno menemismo, en plena fiesta impune, en plena joda farandulezca, la vedette Moria Casán, que se confesó después admiradora de Videla, algo que se podía mas que sospechar desde hacia largo tiempo, inauguró un programa de tele: “A la cama con Moria”. Fueron todos los políticos del país. Algunos como Carlos Auyero, no. Carlos Auyero sabía muy bien quien era quien. Además, su estilo sobrio, y, desde luego, su inteligencia le hacía detectar que el jueguito propuesto por la vedette era parte de la ética y la estética del menemismo. Pero no falto nadie del inconmensurable boludaje político de los noventa. Y ahí estuvo Altamira. El punto álgido del programa era meterse en una cama con Moria, en la cama de Moria, los dos vestidos, pero haciéndose los piolas, los picaros, y jugar el juego de la doble intención. Bravo, Altamira. Ni Marx, ni Trotsky, ni Lenin se hubieran perdido una joda así. Imaginate, ¡a la cama con ese pedazo de mina! A partir de ese día a Altamira lo bautizaron Altamoria. Altamoria es el que dice que el gobierno de Cristina Fernández es un engendro sindical-burgués y se acerca a Duhalde y a la Pando que nos van a dar, que duda cabe, un gobierno socialdemócrata, y, si Altamoria logra imponer sus criterios, socialista nomas, sin vueltas. Mientras tanto, los pibes de este activista meten el cuerpo, arriesgan la vida, y siempre piensan que la revolución (por creer vivir incesantemente en medio de situaciones prerrevolucionarias) está a la vuelta de la esquina. La historia de siempre. La historia de la falta de sutileza política de la llamada izquierda argentina, su elemental, constitutiva tosquedad. Todos son iguales porque ninguno se propone derrocar al imperialismo. ¿Por qué? Porque todos son la burguesía. El 7 de mayo de 2003, Luis Zamora dice que es lo mismo votar a Kirchner o Menem. ¿O acaso alguno de ellos se propone hacer la reforma agraria? En el pasado, el ideologismo extremo los llevó a opciones trágicas para todos, para ellos y para los que recibieron las represalias de los militares. Cuando los militares dieron el golpe del ´76, el Robi Santucho lanzó una Proclama que decía: “¡Argentinos a las armas!”. El ataque a Monte Chingolo aceleró el golpe de Videla y le tendió una alfombra roja hacia el horror. Santucho no tenia la menor idea de nada. Estaba infiltrado hasta en los bolsillos del pantalón. Se habría la bragueta para hacer pipí y, en lugar de su pirulín, aparecia un tipo de la SIDE con un walkie-talkie: “Por ahora no abran fuego, el Robi está meando”. Como sea, el Robi Santucho –a pesar del cambio de los tiempos- no habría ido a la cama con Moria. Era un pésimo estratega, un estratega delirante, pero ponía el cuerpo y tenia una moral. Lo mataron aquí luego de una implacable –aunque atrozmente tardía- autocritica que supo hacer. Firmenich en México. Vestido de milico. En medio de estos tipos, los que quieren hacer política, los que rechazan los fierros, tienen que moverse con gran sabiduría. Lo peor que puede pasar es la violencia. El descontrol que se busca con los motines, con los escándalos. Altamoria tiene a sus pibes a un paso de los fierros o a un paso de justificar los fierros de los otros, algo que ya ocurrió: el pibe Ferreyra. Ese cadáver es tuyo, Altamoria. Hacete cargo. Y punto.”

José Pablo Feinmann. Del libro “El Flaco, diálogos irreverentes con Néstor Kirchner”

miércoles, 6 de abril de 2011

Que pasa, que pasa, que pasa General?

Lo que algunos, muchos, llaman el proyecto nacional y popular, no es un invento moderno. Claramente no es de este siglo, tampoco del pasado, es incluso previo a nuestro nacimiento como país.
Tal vez para rastrearlo en la historia sea necesario remontarse al pensamiento de Túpac, o quien sabe a los pueblos originarios que enfrentaron a los conquistadores españoles. Pero algo es seguro, existe una comunión de pensamiento entre aquellos despreciativamente llamados “jacobinos” en 1810, de los federales de mediados del siglo XIX, los peronistas de la segunda mitad del siglo XX y los kirchneristas de hoy. Porque de alguna manera no son, perdón, no somos ni kirchneristas, ni peronistas, ni federales ni jacobinos. Somos la expresión política de una tierra americana morena, independiente, maltratada, sublevada, castigada, heroica, golpeada, renacida, irreverente.
Irreverente.
Esta en nuestro ADN, algún sabio que nunca logró entendernos nos llamo incorregibles. Y no esta mal. Es mas, nos llena de orgullo que tanta traición no nos haya podido corregir. Y si, somos todo eso, animales bípedos, cabecitas negras, negros de mierda, y lo peor, y esto dicho a modo de advertencia, y quien quiera oír que oiga, orgullosos de serlo.
El acto del día 6 de abril, en la Plaza de la Intendencia de Córdoba, donde la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró una serie de obras en la provincia vía teleconferencia, no pasará a la historia como un hito en la historia política provincial, apenas será recordado tristemente por algunos pocos memoriosos. Pero será recordado.
Desde hace algún tiempo, no son pocos aquellos, los que dicen saber el trasfondo de “la cosa”, que el gobierno nacional tiene todo arreglado para que De la Sota sea quien lleve adelante la bandera del proyecto nacional, una bandera que le es ajena, y que de ser así, no tardará en ser arriada y entregada a los enemigos de Túpac por el mismo “abanderado”.
La aparición en escena de Néstor Kirchner, sabemos, fue casi un hecho fortuito e inesperado, que no despertaba casi ningún tipo de esperanzas para los sectores populares del país. Es mas, su irrupción de la mano de Eduardo Duhalde no era un signo esperanzador. Pero el Flaco se ganó el cariño de todos nosotros, porque a fuerza de ejemplos, a fuerza de ética y de moral política, a fuerza de señales claras, clarísimas, nos mostró un camino, que ya conocíamos, pero que habíamos dejado de transitar a falta de un guía que nos condujera firmemente. Pero el Flaco lo hizo, y los que ya lo conocíamos, nos sentimos felices, y los jóvenes nacidos y crecidos durante la dictadura y durante la larga noche neoliberal, hartos de las viejas mentiras de vivos arrimados a los partidos populares en busca de engordar sus cuentas bancarias, se ilusionaron, se enamoraron. Y la pérdida de Néstor fue una clara muestra de ello, y por eso “Nunca menos”, sencillamente porque muchos, ya no estamos dispuestos a menos de lo que recordamos, de lo que aprendimos, de lo que abrazamos.
El acto del 6 de abril, decía, pasara al olvido rápidamente para la mayoría, pero no para todos. Desde días antes corrían mensajes alertando a aquellos que no están dispuestos a digerir fácilmente la candidatura de un neoliberal en la boleta de NUESTRO proyecto nacional y popular, que no se iba a tolerar la disidencia política en el acto, que no se permitiría silbar a los representantes de los ajustes y los palos, a los gerentes del hambre popular, a los directivos de la resignación. Incluso organizaciones que bastardamente llevan en sus nombres, el nombre o el apellido de alguna heroína o de algún leal a las causas populares, aun ellos, cobarde y arteramente, y hasta tal vez sin sonrojarse, explicitaron que no se aceptaría otra cosa que el disciplinamiento político. No estaban dispuestos a tolerar nuevamente los silbidos de la Renault.
Aun así, el gobernador Schiaretti fue blanco de algunos silbidos y abucheos. Es que algunos no estamos dispuestos a perdonar su pasado rastrero y traidor. Algunos no nos olvidamos, que en el peor momento de este gobierno, cuando la estabilidad de Cristina pendía de un hilo, durante la 125, el y su socio De la Sota, cobardemente escondido en la ciudad de Laboulaye, lejos de lo que podía ser la reprobación popular, ellos apoyaron al “campo”, que tiene quedar claro de una vez por todas, ese campo no es el emergente de los pueblos originarios, del criollo, del animal bípedo, del Chacho Peñaloza. Ese “campo” de las 4 x 4 que Schiaretti y De la Sota corrieron a apoyar, es el resultado de Julio A. Roca y de Martínez de Hoz.
Y por eso mismo, estamos en las antípodas. Porque somos los herederos de Túpac y somos los verdaderos herederos de Evita, y de Campora, y de Cooke y de tantos mas.
Porque somos irreverentes, y porque somos jacobinos, y animales bípedos y negros de mierda.
Y porque no olvidamos ni perdonamos.
Y porque nunca menos.
Que pasa, que pasa, que pasa General?

Enrique "Gallego" Cal